Con la clase del
Máster de Arteterapia hemos visitado los talleres de
Debajo del Sombrero que es una plataforma para la creación, investigación, producción y difusión de arte, donde sus principales protagonistas son las personas con discapacidad intelectual. Sus obras artísticas podrían estar consideradas dentro del denominado
Art- Brut o arte marginal, son impresionantes todas, no sólo las que aquí comparto. Recomiendo visitar su
web y redes sociales, en especial su
blog. El colectivo cumple 10 años de vida y es un espacio privilegiado de libertad de creación artística. Quiero compartir mi experiencia allí con uno de los artistas:
Me sorprendió ver la costura en la espalda del jersey verde. Una costura central de arriba abajo, era evidente, aunque, como siempre, hay que fijarse. Lola Barreda directora del colectivo nos acababa de presentar al artista
José Manuel Egea quien dedica todo su trabajo a explorar la transformación del hombre- lobo, comparto aquí tres de sus obras. Nos explicó que él mismo experimenta esa transformación en sí, por lo que todos sus jerseys están cosidos, nos dijo, de arriba abajo y por delante y por detrás aunque su familia no está tan contenta por ello...
Eso me hizo recordar la preciosa historia de la película de anime
Wolf Children de Mamoru Hosoda, 2012. Sin duda la mejor que haya visto, no sólo por la historia, mezcla de fantasía y realidad, de narrativa impecable y de gran belleza plástica y visual, sino que también porque cuenta una historia conmovedora de respeto por la diversidad y de amor incondicional que se puede trasladar a muchos ámbitos cotidianos.
Las historias de los hombres-lobo son legendarias en muchas culturas. En general, son seres que asustan e infunden miedo porque con su transformación surge la ferocidad, la fuerza, y la astucia, qué habitualmente se cree que usan con maldad. Sin embargo, en la película la mirada sobre estas criaturas es diversa. La protagoniza una mujer contemporánea que se enamora de un hombre lobo bueno y tiene dos hijos con él, una niña-loba y un niño-lobo, a quienes cuida, protege y apoya para elijan su destino con libertad. La nobleza de los animales y de los lobos en particular contrasta con la de las personas. La inteligencia de la mujer en el cuidado y educación de sus hijos a través de su propio crecimiento personal, madurez y evolución hace que al menos sus dos hijos sobrevivan del peligro de extinción al que los seres humanos han sometido a esta especie. Esta mirada diversa desde la infancia es la que tenemos que fomentar para sobrevivir como especie.