La niña sabia en el columpio a los 5 años |
En el parque de Islas Cíes, Peñagrande, en Madrid 1973 |
Dicho y hecho, al preguntarles, para mi sorpresa y disgusto, su propuesta fue queremos clases de "palabrotas"...
Lejos de desanimarme, tenía grupo que era lo principal, empezábamos y, como a mi no me gustaba decirlas, iban recitándolas (aprendizaje cooperativo), se las sabían de maravilla, se lo pasaban bomba: caca, culo, pedo pis, etc... y como esa materia no daba para mucho tiempo, luego pasábamos a otras cosas, siempre por acuerdo mutuo.
(Aún hoy continúo tratando de utilizar esas técnicas pedagógicas en mi trabajo).
Tobogán del parque de Islas Cíes, Peñagrande, en Madrid 1973 |
Me encanta como pone de relieve esa mirada infantil la filósofa y educadora Eulalia Bosch en su libro ¿Quien educa a quien? Educación y vida cotidiana, con reflexiones muy valiosas a partir de los asombros, las dudas, preguntas de niñas y niños.
Podría destacar multitud de frases de la propia autora y ajenas: como cuando está de acuerdo con la idea de Fernando Savater que dice que los niños juegan para concentrase no para distraerse.... ó ¡Haz lo que has imaginado. Simplemente inténtalo! decía Pina Baush a su Ballet. Cada capítulo merece la pena, ¿Puede tener hijos la luna?, La clase y la cocina, Identidad y diferencia, o las maravillosas lecciones de silencio con los ojos cerrados, que yo también disfruté en mi Secundaria.
El libro comienza y termina:
"Tenía la mirada perdida en la página que su madre le estaba leyendo, cuando de improviso preguntó: -mamá, ¿tú qué miras cuando lees, lo blanco o lo negro?" sabia pregunta y cotidiana para quien dibuja.
¿Quien educa a quien? Eulalia Bosch |
Sé, porque lo he vivido, que nuestro sistema educativo no es el mejor, aún así, todavía hoy lo que más me gusta, es aprender.
No recuerdo cuando..., pero ya hace mucho tiempo, mi padre me empezó a llamar "la niña sabia", aún ahora cuando me lo dice, me traslado al columpio y al tobogán. De esa manera sigo intentando conocer, comprender, cuidar, disfrutar y sobre todo alentar a las personas que, por fortuna, nunca por casualidad, comparten aula conmigo.
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